La naturaleza sufre procesos permanentes conocidos como fenómenos naturales, es por eso que las comunidades deben estar conscientes de ellos e irse adaptando para que no se conviertan en grandes desastres. Los sismos son comunes en algunos estados de la República Mexicana. Debido a estos fenómenos se ha desarrollado la arquitectura antisísmica, que es un conjunto de sistemas de construcción y diseño específicos que procuran adaptar los edificios a estas condiciones previniendo posibles daños. La arquitectura antisísmica especifica el tipo de materiales que deben utilizarse y las técnicas para que las construcciones acompañen los movimientos del suelo, desplazándose, vibrando e incluso deformándose para resistir el impacto sin colapsar.
Otro aspecto muy importante son los cimientos, por ejemplo, mucho se dice que la resistencia de la Torre Latinoamericana se debe a sus tres pisos de sótano, también se habla de la profundidad de los pilotes, la resistencia de los amortiguadores o el cajón hidráulico. Sin embargo, ninguna tecnología sirve si no se realiza un estudio previo del subsuelo.
Otro edificio icónico de la Ciudad de México que también se se encuentra sobre terreno inestable es la Basílica de Guadalupe. El proyecto para su construcción se solucionó de una forma particular: los cimientos están soportados por un gran “mástil», es decir, la cimentación radial que da la apariencia de carpa, lo que reduce la probabilidad de colapso.
Pero regresemos a la arquitectura antisísmica. El Código Internacional de Construcción (IBC International Building Code) ha cambiado algunos requisitos importantes, como exigir a cada proyecto de construcción el cumplimiento de una categoría de diseño sísmico, ya que antes solo se consideraba para lugares propensos a este tipo de siniestros.
Las normas sísmicas de construcción se establecieron para controlar el pánico durante un terremoto, ya que proporcionan un sentido de seguridad de vida a los ocupantes durante y después de un terremoto. Se deben tener en cuenta 3 factores: la ubicación geográfica, la condición del suelo y el tipo de construcción.
Existen varios parámetros para medir y analizar los efectos de un terremoto y los posibles movimientos que provocaría en un edificio. Estas son algunas de las características que deben estudiarse:
- Aceleración: Frecuencia y proporción en la que cambia la velocidad.
- Velocidad: Proporción en la que cambia la posición y es medida en centímetros por segundo.
- Desplazamiento: Distancia desde el punto inicial, se mide en centímetros.
- Duración: Tiempo que dura el ciclo de un temblor.
- Magnitud: Fuerza o tamaño de un terremoto, medido en la escala de Richter.
- Intensidad: Daño que causa el movimiento, medido en la escala de Mercalli.
Todas estas características de los movimientos afectan a los edificios causando que la estructura tenga una respuesta, esta varía según el diseño particular de la construcción. Estos efectos pueden ser:
- Torsión: Si la distribución de la masa es desigual, al enfrentar un sismo, el centro de la masa estará fuera del centro geométrico, generando una torsión que causará daños.
- Amortiguación: Los edificios absorben el movimiento ya que disipan la vibración.
- Ductilidad: Los materiales tienen cierta flexibilidad, el movimiento puede hacer que se doblen hasta sobrepasar su límite elástico. Se puede conseguir un buen nivel de ductilidad diseñando las uniones para mejorar su comportamiento.
- Fuerza y rigidez: Es la resistencia de los materiales antes de quebrarse.
- Inercia: Es la fuerza interna generada por el movimiento en el suelo. Entre más pesado sea un edificio, mayor será la fuerza de inercia.
El entendimiento de estos efectos y el estudio sobre cómo se comportan en relación a las distintas variaciones de los parámetros que definen un movimiento telúrico, ayuda a que sea posible determinar el mejor diseño antisísmico y a que las estrategias de mitigación sean las más adecuadas. Un buen análisis brindará información sobre los posibles daños y las medidas que deben tomarse. Algunas de las recomendaciones más comunes son:
- Calcular las relaciones precisas entre planta y alzado.
- Usar materiales de menor peso a medida que se aumenta la altura.
- Diseñar estructuras simétricas con la menor cantidad posible de protuberancias.
- Analizar el suelo para comprobar sus características y su resistencia.
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Esperamos que toda esta información te haya servido para saber un poco más sobre la arquitectura antisísmica, y también, de los materiales óptimos para estas construcciones así como sobre los requerimientos que se exigen para poder estar seguros dentro de un inmueble que cuente con estas características.