Las historias de amor detrás de los edificios de la CDMX

Muchos de nosotros hemos escuchado las leyendas e historias que pasan de generación en generación por las calles de la CDMX que sigue guardando estas historias entre sus muros a pesar del paso de los años.

La arquitectura de la CDMX no sólo guarda majestuosos acabados que nos recuerdan el esplendor de otros tiempos, sino que también guarda historias de amor que muchas veces fueron o bien el motivo por el cual se construyeron, o bien el escenario donde se desarrollaron estas historias. Hoy, para celebrar el mes del Amor, compartimos con ustedes las historias de algunos de estos lugares llenos de arqutitectura en los que el amor fue el motivo para levantarlos.

Casona en la antigüa calle de La Joya # 87, Centro Histórico

En esta calle, durante el siglo XVIII, vivió un arrogante mercader español llamado Alonso Fernández de Bobadilla, casado con doña Isabel de la Gracida y Tovar. Esta magnífica casona, donde vivía la feliz pareja, contaba con numerosos sirvientes, adornos de gran lujo, bellos muros de tezontle, marcos y molduras de cantera labrada, herrería forjada a mano, etc., era también el sitio de reunión de la alta sociedad mexicana y fue escenario de innumerables fiestas.

Un día, don Alonso encontró una nota que iba dirigida a su mujer debajo de la puerta, el mercader, presa de los celos fingió una reunión con el virrey y se escondió cerca de su residencia para descubrir al visitante de su esposa. Horas después apareció un hombre misterioso cubierto con una capa que entró a la residencia por uno de los balcones.

Don Alonso entró furioso a la habitación principal donde descubrió al hombre en el momento en que colocaba un brazalete de oro incrustado con piedras preciosas en la muñeca de la mujer, y lleno de rabia, apuñaló a la pareja. Finalmente, clavo el brazalate con el puñal sobre la puerta principal. Al día siguiente, los vecinos se enteraron del doble homicidio y apodaron a esa calle como «La Joya», misma que hoy es conocida como la Calle de Mesones.

Casa – Estudio Diego Rivera

Esta casa es un símbolo del amor entre el muralista mexicano Diego Rivera y su esposa, la pintora Frida Kahlo. En el año de 1931, el joven arquitecto Juan O’Gorman comenzó a diseñar la primera casa funcionalista de Latinoamérica por encargo del maestro Rivera.

Dos años más tarde, la pareja de pintores comenzó a habitar la casa- Cabe destacar que el arquitecto tuvo influencia de Le Corbusier, ya que implementó los cinco puntos de una nueva arquitectura que el arquitecto francés presentó en 1926, la casa sobre pilotes, plantas y fachadas libres, terraza jardín y ventanas alargadas.

Cómo resultado, el diseño de la casa quedó dispuesta por dos bloques de concreto lisos e independientes el uno del otro; comunicados por un puente angosto que une las azoteas. El bloque de color rojo representa a Diego y el azul a Frida.

La historia de Diego y Frida no siempre fue un cuento de hadas, pues estuvo rodeada de infidelidades, enfermedades, accidentes, embarazos fallidos, etc., sin embargo, la pareja permaneció junta por mucho tiempo, siendo inseparables a persar de todo.

El Castillo de Chapultepec

Su construcción comenzó en 1875 por orden del Virrey Bernardo de Gálvez, en este castillo habitaron varias personas de alto rango, pero hubo una pareja de la nobleza europea que lo hizo su hogar en 1864, el emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, princesa de Bélgica. Cuando la pareja real se estableció aquí, hicieron varias modificaciones en el interior del castillo, como por ejemplo, convirtieron el salón más grande en un suntuoso comedor en el que los emperadores junto con sus invitados compartían los alimentos a las cuatro de la tarde en punto. Una de las obras que más relevancia tuvieron en la ciudad, fue una verdadera demostración de amor, y es nada menos que el Paseo de la Emperatriz (hoy Paseo de la Reforma), cuyo principal motivo de construcción fue por los celos de la emperatriz, quien cansada de los pretextos que ponía su marido para no llegar a dormir a casa, argumentando que el camino de regreso era muy largo, la emperatriz decidió construir un camino directo que no permitiera desvíos y el cual ella podía observar desde un balcón, supervisando así, las idas y venidas de su amado.

Esta historia de amor también está salpicada de rumores de infidelidades, abortos, un embarazo fuera del matrimonio y la poca armonía que había en él, sin embargo, todas estas historias tuvieron como escenario al único castillo real del continente americano.

Casa Borda

Esta casona, edificada en 1735 por un minero francés llamado José de la Borda, quien fuera uno de los hombres más ricos de la Nueva España, fue un regalo para su bella esposa, Teresa Verdugo Aragonés.

En aquellos tiempos se rumoraba que don José celaba en extremo a su esposa, quien, un día le solicitó permiso para salir a pasear por los alrededores de la mansión, y el celoso esposo no sólo le negó este permiso, sino que decidió construir un balcón que rodeara toda la propiedad para que ella pudiera ver las calles sin salir de su hogar.

Esta casa está ubicada en el número 33 de la calle de Madero, en el Centro Histórico de la CDMX.

El edificio, que abarca toda la cuadra, fue la casa señorial más grande de la Nueva España y fue construida por el arquitecto más famoso de aquella época, don Francisco Guerrero Torres.

 

Existen muchas historias de amor entre los muros de las casonas antiguas de la ciudad, algunas de ellas terminaron trágicamente, otras continuaron escribiendo sus historias de amor, pero todas fueron reales y motivaron la construcción de muchos espacios que aún hoy podemos admirar.

 

 

 

 

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